¿Cuál es tu propósito?
En algún momento u otro todos se preguntan al respecto. Incluso grupos de rock escriben sobre esto, por toda su fama y fortuna. Aquí está por ejemplo, Queen, escribiendo no mucho después de la muerte de Freddy Mercury a principios de 1990, en su canción “El espectáculo debe continuar”:
“Espacios vacíos – ¿para qué vivimos?
Lugares abandonados – supongo que conocemos el marcador…
¡Sin parar! ¿Alguien sabe que estamos buscando?
Otro héroe – otro crimen sin sentido.
Tras el telón, en la pantomima.
Mantén la línea! ¿Alguien quiere sujetar esto?
¡El espectáculo debe continuar!”
Puede haber un vacío enorme en la vida, cuando nos tomamos el tiempo de parar y pensar en ello, impulsado por el hecho de que muchas personas están confundidas sobre para qué es la vida. ¿Es solo una gran obra, una farsa, una pantomima sin un significado trascendente? Y si lo es, ¿de quién es el espectáculo y frente a quién estamos actuando? ¿Es correcto que en verdad no haya un significado para nada de esto, que lo mejor que podamos esperar sea una oportunidad?
“Pase lo que pase, dejaré todo a la suerte.
Otro desamor – otro romance fallido.
Sin parar… ¿Alguien sabe para qué vivimos?
Supongo que estoy aprendiendo
Debo estar más cerca ahora…
Pronto daré la vuelta a la esquina.
Fuera está amaneciendo
¡Pero dentro en la obscuridad anhelo ser libre!”
Esas últimas líneas capturan el anhelo por algo más, por libertad de los grilletes del inevitable “espectáculo” que debe ser vivid, sin embargo, no puede ser entendida.
Pero ¿es a vida tan absurda en realidad? ¿No podemos hacer nada mejor que esto?
¿Las “cosas” son suficiente?
Un enfoque común es simplemente evitar estas preguntas por ser muy difíciles o incluso imposibles de responder. En su lugar, nos ocupamos con actividades de un tipo o de otro en un intento por ignorar el vacío y las constantes preguntas de nuestra existencia, que de lo contrario llegaríamos a sentir. Nosotros podríamos buscar llenar nuestras vidas con tantas actividades disfrutables como nos sea posible mientras podamos, haciendo heno mientras brille el sol, disfrutando lo más que podamos.
Esto puede parecer estar bien por un rato, particularmente cuando son buenos tiempos, pero desafortunadamente esos tiempos no duran para siempre. Además, simplemente teniendo más cosas y disfrutando más experiencias está demostrando cada vez más ser un ejercicio hacia la bancarrota. Pareciera que estamos hechos de un apetito insaciable por algo más pero cuando intentamos hacer de ese “algo” posesiones materiales (“cosas”) – o si hacemos la búsqueda de placer o de autocomplacencia – solo nos encontraremos vacíos de nuevo, con la última satisfacción que anhelamos aún más allá del alcance.
Hay un antiguo dicho que dice que hay dos decepciones en la vida: una es no conseguir lo que quieres, y la otra es conseguirlas. Es una paradoja bizarra que, si somos lo suficientemente suertudos de obtener lo que queremos, podemos toparnos con que no da tanto placer como habíamos pensado que lo haría – o por lo menos que nuestros antiguos problemas no se han ido. La búsqueda de uno mismo como el objetivo de la vida en realidad no funciona produciendo cualquier tipo de satisfacción duradera.
A veces nos decimos a nosotros mismos (y la publicidad siempre nos está diciendo) que si tan solo tenemos esta cosa o aquella – este carro, esa bolsa, este tratamiento de spa, ese estilo de vida – entonces seremos verdaderamente felices. Pero mientras que, sin duda, disfrutamos la experiencia y somos felices por un corto tiempo, la promesa nunca trae realmente la satisfacción que parecía ofrecer. Al final del día el materialismo de la cultura occidental está construido sobre sus fallas de no cumplir su promesa; nunca terminamos por vernos o sentirnos como la persona de la publicidad, y si por algún milagro si sucede, pronto lo tomamos por sentado y terminamos sintiendo que algo falta de nuevo. Hay una razón por la cual los psicólogos han comenzado a hablar de lo que conocen como “depresión post compra” (PPD por sus siglas en inglés) – ese sentimiento de vacío cuando compramos algo y la novedad comienza a desaparecer, pronto tenemos que buscar otra cosa que nos de satisfacción. La acumulación de más “cosas” alrededor de nosotros no va a llenar el sentimiento de vacío y la necesidad de sentido que pueden existir en el corazón humano.
Y si lo pensamos, tampoco muchas otras actividades. No importa cuanto disfrutemos jugar golf, nunca podremos jugar suficientes vueltas para llenar al corazón humano. Sin importar cuanto nos dediquemos a nuestro trabajo o a cualquier pasatiempo al final encontraremos que no son suficientes por si solos para hacernos verdaderamente felices. Si buscamos el hedonismo, viviendo como si entre más cerveza o shots tomemos, más sexo tengamos o a más fiestas vayamos, más felices seremos, aún nos encontraremos incompletos. Como un escrito una vez lo dijo, la búsqueda por un “alto más alto” terminara en fracaso o matándonos.
Cosas versus relaciones
Está claro, entonces, que las cosas (ya sean objetos materiales o actividades y experiencias) no son suficiente. De hecho, simplemente el titulo de un libro de los mejores vendidos hace el punto de manera efectiva: el libro se llamaba “Stuffocation”. Justo la cosa que creemos que nos liberará puede terminar por tomarnos prisioneros y causar que nos sofoquemos.
Quizás la respuesta es que la verdadera felicidad y propósito son encontrados en las relaciones más que en posesiones y experiencias. Estamos acercándonos cada vez más en nuestra búsqueda, pero aún no estamos del todo allí. Incluso las relaciones humanas son solo parte de la respuesta porque incluso ni ellas pueden llenar nuestro corazón por completo. ¿Por qué es eso? Porque a pesar de ser maravillosas, también traen decepciones y tienen todo tipo de defectos. Incluso si hacemos lo que pareciera la elección más noble de volver a otra persona o relación nuestro “centro” o propósito – nuestros hijos, digamos, o nuestra pareja – podemos terminar siendo engañados o decepcionados, o podemos perderlos. ¿Cuál sería nuestro propósito luego? Hasta las más maravillosas relaciones humanas tienen sus límites en términos de cuanto nos puede entender otra persona en realidad; hay lógica en cuanto a que ultimadamente estamos solos. Forjar buenas relaciones y traer alegría y bondad a otros es ciertamente una parte central de nuestro propósito, pero como veremos en el próximo capítulo, hay otro aspecto de las relaciones que debe acompañarlo.
En breve, debe haber algo más que el simple aquí y ahora. La gente parece tener dentro de ellos mismos un anhelo espiritual y un anhelo por la eternidad que anhela ser satisfecho pero que es ignorado muy a menudo. La historia del mundo está llena de gente que han buscado encontrar felicidad y plenitud teniendo más – más poder, más cultura, más estatus, más tierra, más esposas, más hijos, más amigos, más posesiones, más diversión. Algunas de estas personas han sido capaces de disponer de recursos masivos para alcanzar sus objetivos. Pero nunca han encontrado realmente la satisfacción que buscaban – siempre se elude.
Cada día millones más se comprometen en el mismo experimento – “si tan solo tuviera más de lo que sea, entonces todo estaría bien”. Pero la plenitud que anhelan siempre está a la vuelta de la esquina. Como religión (porque en eso es en lo que se ha convertido), el materialismo y la búsqueda de la felicidad centrado en uno mismo ha fallado.